Lo esencial no se explica se habita

Habitar, no solo se reduce a ocupar un lugar o un espacio físico, va mucho más allá.

Es una forma de estar en el mundo, de tomar decisiones en coherencia con nosotras, de cuidar, contener, permanecer. Es también lo que portamos; las piezas que con tanto cuidado elegimos cada día, es desde ahí cuando dejan de ser un objeto más, porque construyen un espacio donde el ser puede expandirse y reconocerse. Ser en los detalles que lo componen, permitirse ser en el mundo.

Nuestro cuerpo es nuestra primera casa, que importante es honrarlo atendiendo a ritmos más presentes, conscientes y revolucionarios.
A vivir en sintonía con la belleza auténtica de lo que somos.

Habitarnos se convierte en un recorrido de búsqueda de bienestar, de tejidos que con su pureza acarician con suavidad nuestra piel, de lo que nos da libertad de movimiento e intención, de la belleza de lo cotidiano, del café de la mañana, del vino con las amigas, de la puesta de sol, o de los pies que se derriten en la arena.

Volvamos cada acto sagrado.
Volvamos a lo simple, al confort, a tejer lo natural.